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The recent COVID-19 pandemic has come at overwhelming health and economic costs to Latin America. Some countries in the region have been at the top in the rankings of COVID-19’s infections and deaths for months, and the IMF projects an economic downturn of 8.1 percent in 2020. It is to be expected that this accumulation of negative shocks will translate into an increase in poverty and inequality, but what order of magnitude are we talking about? Which income group is being most affected? To what extent have mitigation measures been able to contain the impact?
To answer these questions, we use household surveys to simulate the distributional consequences of COVID-19-induced lockdown policies in the four largest countries in Latin America: Argentina (urban areas), Brazil, Colombia, and Mexico. We begin by identifying individuals whose income is “at risk” because they work in sectors in which the lockdowns have reduced or eliminated activity and we aggregate this at-risk income to the household level. We then simulate income losses using two parameters: i) the share of households with at-risk income that lose income and ii) the share of at-risk income lost by those who lose income. The parameters range from zero to 100 percent (in 10 percent intervals). For example, 60 percent of households lose 50 percent of their income. For macroeconomic consistency, we choose a combination of the two parameters that yields a decline in per capita income closest to the IMF World Economic Outlook forecast for each country from June 2020. Even here, there are multiple possibilities of which we present two extremes, one in which a smaller proportion of households lose a large share of their at-risk income and another in which a larger proportion of households lose a relatively smaller share of income. We call these “concentrated losses” and “dispersed losses."
To complete the analysis, we construct a simulated income distribution that incorporates the losses we estimate and compare it with the ex ante distribution. We also simulate a third distribution that incorporates the lockdown effects plus any new compensatory social assistance measures each government has implemented.
Our estimates of the poverty consequences of COVID-19 suggest that the number of poor people for the four biggest Latin American countries could increase by more than 25 million (using national poverty lines). Our estimates are worse than many others’ projections because other exercises assume that all individuals lose the same in proportional terms, and the income distribution remains the same after the COVID-19. This assumption is inaccurate in the current crisis. Our estimates suggest that the Gini coefficient (the most used indicator to measure inequality) could increase between 2 and 4 percentage points. Our results suggest that the worst effects may not be on the poorest, but on the moderate poor and those vulnerable to falling below the poverty line if subject to an adverse shock. This is because the very poorest have an income floor composed of the cash transfers that protects a substantial share of their income. This result does not downplay the negative effect of the economic crisis on poor households. Even if poorer households lose less in relative terms, the impact on living standards could be devastating, especially for the extreme poor.
In Brazil and Argentina, the expanded and new social assistance measures launched to protect the population from the crisis have a large offsetting effect in poverty. The effect is much smaller in Colombia, where the government has dedicated much less to new social assistance spending. In Mexico, the national government has provided no additional social assistance in the wake of the crisis.
COVID-19’s new poor
Source: Authors’ calculations based on ENIGH (2018), EPH (2019), GEIH (2019), PNADC (2019).
Our exercise has some important caveats. The microsimulations do not consider behavioral responses or general equilibrium effects, so they yield first-order effects only. The crisis’s depth and duration are yet uncertain and the economies could end up contracting by more (or less) than the IMF projections.
Still, the coronavirus crisis's impact on poverty and inequality is critical and may be higher than our results show. Efforts should concentrate then on offsetting the adverse effects on those suffering the worst part of the crisis.
En América Latina la pandemia del COVID-19 ha tenido unos costos sanitarios y económicos abrumadores. Durante meses varios países de la región han liderado los rankings de infecciones y muertes por COVID-19 y el FMI prevé una caída económica del 8,1 por ciento en 2020. Se espera que esta acumulación de shocks negativos se traduzca en un aumento de la pobreza y desigualdad, pero ¿de qué orden de magnitud estamos hablando? ¿Qué grupos se verán más afectados? ¿Hasta qué punto las medidas de mitigación han sido capaces de contener el impacto?
Para responder estas preguntas usamos encuestas a familias y simulamos las consecuencias distributivas de las políticas de confinamiento en los cuatro países más grandes de América Latina: Argentina (para las áreas urbanas), Brasil, Colombia y México. Empezamos identificando aquellos individuos cuyo ingreso está “en riesgo” debido a que trabajan en sectores cuya actividad se ha reducido o acabado por los confinamientos y calculamos a nivel familiar el ingreso total “en riesgo”. Después, simulamos las pérdidas de ingreso usando dos parámetros: i) la proporción de miembros de la familia con ingresos en riesgo que pierden ingresos y ii) la proporción de ingreso en riesgo que pierden aquellos que pierden ingresos. Los parámetros van del cero al 100 por ciento (en intervalos de 10 por ciento). Por ejemplo, un 60 por ciento de las familias pierden el 50 por ciento de su ingreso. Para que los resultados sean consistentes con indicadores macroeconómicos, seleccionamos la combinación de los dos parámetros que genera una caída en el ingreso per cápita de cada país lo más cercana posible al del World Economic Outlook del FMI de junio de 2020. Aun así, existen múltiples posibilidades, entre las cuales presentamos dos extremos, uno en el que una proporción menor de las familias pierde una gran parte de su ingreso en riesgo y otro en el que una gran proporción de las familias pierde una parte relativamente pequeña de su ingreso. Llamamos a estas pérdidas “pérdidas concentradas” y “dispersas”.
Para completar el análisis, construimos una distribución del ingreso simulada que incorpora las pérdidas estimadas y la comparamos con la distribución ex ante. También simulamos una tercera distribución que incluye los efectos de los confinamientos además de las nuevas medidas compensatorias de asistencia social que los gobiernos han implementado.
Nuestras estimaciones de las consecuencias del COVID-19 ndican que el número de personas en situación de pobreza en los cuatro países más grandes de América Latina podría incrementar en más de 25 millones (tomando como referencia las líneas nacionales de pobreza). Nuestras estimaciones son más negativas que la mayoría de las previsiones porque otros ejercicios asumen que todos los individuos pierden lo mismo en términos proporcionales y que la distribución del ingreso se mantiene igual tras el shock del COVID-19. En la crisis actual, esta premisa no es correcta. Nuestras estimaciones sugieren que el coeficiente de GINI (el indicador más usado para medir la desigualdad) podría aumentar entre dos y cuatro puntos porcentuales. Nuestros resultados sugieren que la población moderadamente pobre y aquellos vulnerables, y no los más pobres, sufrirían los peores efectos de la crisis al caer por debajo de la línea de la pobreza. Esto se debe a que la población más pobre tiene un suelo de ingreso compuesto por transferencias directas que protegen una considerable proporción de su ingreso. Este resultado no minimiza el efecto negativo de la crisis económica en las familias pobres. Aunque las familias pobres pierdan menos en términos relativos, el impacto en la calidad de vida puede ser devastador, especialmente para aquellos que se encuentran en una situación de pobreza extrema.
En Brasil y Argentina, la expansión de medidas de asistencia social existentes y la creación de nuevos programas para proteger a la población de la crisis han tenido un gran impacto al compensar el shock negativo. El efecto mitigador es mucho menor en Colombia, donde el gobierno ha dedicado mucho menos gasto a nuevas medidas de asistencia. En México, el gobierno nacional no ha aportado ninguna asistencia adicional como respuesta a la crisis.
Los nuevos pobres del COVID-19
Fuente: Cálculos de los autores basados en ENIGH (2018), EPH (2019), GEIH (2019), PNADC (2019).
Nuestro ejercicio tiene algunas limitaciones importantes. Las micro-simulaciones no consideran respuestas comportamentales o efectos de equilibrio general. Por tanto, solo contemplan efectos de primer orden. La profundidad y la duración de la crisis siguen siendo inciertas y las economías de los países de la región podrían contraerse más (o menos) que lo que prevé el FMI.
Aun así, el impacto de la crisis del coronavirus en la pobreza y desigualdad es muy grave y puede ser mayor que lo que muestran nuestros resultados. Por tanto, los esfuerzos deben concentrarse en mitigar los efectos negativos que afectan a aquellos que sufren la peor parte de la crisis.
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Image credit for social media/web: IMF / Raphael Alves