This is a joint post with Maria Cecilia Ramirez.
The main driver of our discussion was the ongoing change in the external economic environment facing Latin America. The US Federal Reserve’s May 22nd announcement on the possible “tapering” of its assets purchase program signaled that the era of lax monetary policy, which benefited most emerging economies, is bound to end sooner or later. As a matter of fact, capital flows to the main emerging market economies have since started to decelerate. In addition, lower demand growth coming from India and China are impacting negatively the region’s economic growth. In this sense, the lack of key reforms to boost Latin America’s productivity levels to sustain long-term growth is a deep concern.
It is clear that the bonanza years are over, and the new scenario is presenting new challenges and risks to Latin America and other emerging market economies. But, is Latin America ready? We think that the presence of a number of vulnerabilities built during the bonanza years could affect the region’s capacity to effectively deal with adversity. Thus it could be less prepared than conventional indicators would predict.
First, Latin American countries are showing current account deficits of about 4-6% of GDP, stemming from large private sector leveraging and worsening fiscal deficits. This contrasts sharply with the pre-global crisis situation, when the region displayed fiscal and current account surpluses. Second, if a scenario of lower economic growth in the region materializes, it could translate into higher unemployment and, therefore, higher fiscal deficits via lower tax collection and greater expenditure in social safety nets.
Third, high international liquidity and low interest rates may have fostered an overvaluation of assets prices, an unusual bank credit expansion, as well as higher foreign debt issuance by domestic firms. A crucial risk that seems to have gone unnoticed is a private sector currency mismatch: firms have to honor their debt in foreign currency, but their bank deposits are denominated in domestic currency. Hence a strong depreciation could create insolvency problems in the corporate sector, which would in turn affect banks’ balance sheets. This points out that we could be in presence of a serious risk mispricing in the banking system.
Last, policymakers’ response to economic turmoil has the potential to trigger further problems in the economy. For example, fiscal stimulus in a scenario of dwindling growth might not be appropriate, given the recent weakening of fiscal accounts, and the risk of losing access to external financing under a scenario of abrupt interruption of capital inflows (commonly known as a sudden stop)
Taking these risks into account, we have identified four key aspects that policymakers in the region, and other emerging economies, should be aware of when trying to deal with the challenges lying ahead:
- A clear priority is to go beyond the traditional indicators of economic and financial stability, and to place special emphasis on assessing the sources and magnitude of any potential hidden debts in the economy.
- Despite the huge international reserves accumulation observed over the past years, current reserves stocks in the region might not be enough to cope with a potential sudden stop. A proper buildup of international reserves is an essential tool to deal with capital flows interruptions.
- When taking policy decisions in the event of a sudden stop, policymakers must be aware that any monetary policy response entails an implicit decision between higher employment and higher income inequality. For example, recent research demonstrates that choosing a flexible exchange rate helps to bring down unemployment (via higher inflation and lower real wages), but could also induce higher income inequality (via a lower labor share on total income).
- Policymakers should try to minimize the impact of a sudden stop on medium-term growth. One way to do so is to tackle lower aggregate demand by prioritizing the stability of investment over that of consumption.
Click here to read our public statement and some relevant related academic material.
Esta entrada fue escrita con María Cecilia Ramírez
Esta semana, la Iniciativa para América Latina del Centro para el Desarrollo Global (CGD) recibió a los miembros del Comité Latinoamericano de Asuntos Financieros (CLAAF) para una fructífera discusión de tres días, acerca de los principales problemas que afectan los pronósticos de economía y finanzas para América Latina.
El centro de nuestra discusión fue el cambio en el entorno económico externo que enfrenta América Latina. El anuncio de la Reserva Federal de EE.UU. el pasado 22 de mayo, sobre la posible reducción de su programa de compra de activos, indica que la era de la política monetaria laxa, que benefició a la mayoría de las economías emergentes, está destinada a terminar tarde o temprano. En efecto, los flujos de capitales hacia las principales economías de mercados emergentes ya han comenzado a desacelerarse. Además, el menor crecimiento de la demanda proveniente de India y China ya está afectando negativamente el crecimiento económico de la región. En este sentido, la falta de reformas críticas para aumentar los niveles de productividad en América Latina, a fin de dar soporte al crecimiento en el largo plazo, es una gran preocupación.
Está claro que los años de bonanza se han terminado, y el nuevo escenario presenta nuevos desafíos y riesgos para América Latina y otras economías de mercados emergentes. Pero, está lista América Latina? En CLAAF creemos que la presencia de una serie de vulnerabilidades, creadas durante los años de bonanza, podría afectar la capacidad de la región para enfrentar eficazmente los tiempos adversos. De manera que la región podría estar menos preparada de lo que los indicadores convencionales pueden predecir.
En primer lugar, los países latinoamericanos están mostrando déficits en cuenta corriente de alrededor del 4-6% del PIB, como resultado de los altos niveles de apalancamiento privado y del empeoramiento de los déficits fiscales. Esto contrasta notablemente con la situación previa a la crisisglobal, cuando la región presentaba superávits fiscales y de cuenta corriente. En segundo lugar, si un escenario de menor crecimiento económico en la región se materializa, ello podría traducirse en un aumento del desempleo y por tanto en un aumento del déficit fiscal, a través de una menor recaudación impositiva y un mayor gasto en redes de seguridad social.
Tercero, la elevada liquidez internacional y las bajas tasas de interés pueden haber provocado una sobrevaloración de los precios de los activos, una inusual expansión del crédito bancario, así como una mayor emisión de deuda externa por parte de las empresas domésticas. Un riesgo importante que parece estar pasando desapercibido es un “descalce de monedas” en el sector privado: las empresas deben honrar su deuda en moneda extranjera, pero sus depósitos bancarios están denominados en moneda nacional. En consecuencia, una fuerte depreciación podría crear problemas de insolvencia en el sector empresarial,que a su vez afectaría las hojas de balances de los bancos. Esto implica que podríamos estar en presencia de una valoración incorrecta del nivel de riesgo en el sistema bancario.
Por último, cualquier respuesta de política a problemas en la economía tiene el potencial generar problemas adicionales. Por ejemplo, el uso de estímulo fiscal en un escenario de menor crecimiento podría ser inadecuado, debido al reciente debilitamiento de las cuentas fiscales y al riesgolatente de perder acceso al financiamiento externo en un escenario de suspensión abrupta de la entrada de capitales (fenómeno conocido en inglés como sudden stop).
Teniendo en cuenta estos riesgos, en CLAAF hemos identificado cuatro aspectos clave que los responsables de la política económica en la región y otras economías emergentes, deberían tener en cuenta al tratar de enfrentar los retos que vienen:
- Una clara prioridad es ir la de ir más allá de los indicadores tradicionales de estabilidad económica y financiera, haciendo especial énfasis en evaluar la magnitud y fuentes de las potenciales deudas ocultas en la economía.
- A pesar de la enorme acumulación de reservas internacionales observada en los últimos años, los niveles de reservas en la región podrían no ser suficientes lidiar con un posible sudden stop. Contar con niveles adecuados de reservas es una herramienta esencial para hacer frente a la inestabilidad en los mercados de capitales.
- Al tomar decisiones para enfrentar un sudden stop, las autoridades deben ser conscientes de que cualquier respuesta de política monetariainvolucra implícitamente decidir entre mayor empleo o mayor desigualdad de ingresos. Por ejemplo, investigaciones recientes demuestran que un tipo de cambio flexible poder reducir el desempleo (a través de mayor inflación y salarios reales más bajos), pero también podría inducir una mayor desigualdad de ingresos (a través de una menor participación del empleo en el ingreso nacional).
- Los responsables de la política económica deben tratar de minimizar el impacto de un sudden stop sobre el crecimiento económico en el mediano plazo. Una forma de hacerlo es dando prioridad a la estabilidad de la inversión, por encima del consumo, a la hora de lidiar con disminuciones en la demanda agregada.
Haga clic aquí para leer nuestra declaración pública y algún material académico relacionado relevante.
Disclaimer
CGD blog posts reflect the views of the authors, drawing on prior research and experience in their areas of expertise. CGD is a nonpartisan, independent organization and does not take institutional positions.